Función
evangelizadora del arte colonial
Una vez iniciada la
ocupación de América, los españoles empezaron un proceso sistemático de
evangelización y “extirpación de idolatrías”, que consistía en la supresión de
toda manifestación artística y religiosa prehispánica y su sustitución por el
cristianismo.
Con el Patronato regio como
contexto legal, las órdenes religiosas construyeron catedrales, templos,
capillas y conventos para impulsar la cristianización.
Dentro de estos edificios,
que por sí solos representan una manifestación artística arquitectónica, se
desarrollaron también la pintura y la escultura coloniales de carácter
religioso. Cada obra de arte tenía función pedagógica religiosa, y generalmente
versaba sobre episodios de la Biblia, advocaciones de la Virgen y los santos.
Arquitectura
Los principales edificios de
las ciudades coloniales fueron construidos sobre las ruinas de los pueblos
prehispánicos, como Tenochtitlán y Cusco, y las iglesias no fueron la
excepción.
Los templos fueron el
epicentro del desarrollo urbanístico de las ciudades coloniales y con
frecuencia, en el centro de las ciudades, se construyeron monasterios y
conventos en los que funcionaban las órdenes religiosas que se encargaron de la
evangelización.
Las construcciones fueron
pletóricas de símbolos, como el empleo del número tres (por la Santísima
Trinidad) en el número de niveles y naves que se construían.
Escultura
Tenían la finalidad de decorar
los templos, enseñar la fe y mantener la devoción. Las imágenes a cuerpo entero
esculpidas, y generalmente pintadas, de Jesucristo, la Virgen, los ángeles, los
santos y demás personajes de la historia sagrada, sirvieron a la Iglesia
Católica para enseñar su doctrina.
En América, las esculturas
eran ricas en colores y se les solía incluir materiales brillantes que lograran
efectos realistas, para proporcionar a los creyentes una experiencia más
cercana a la imagen sagrada (ojos de vidrio, aureolas de metal, lágrimas de
cristal, etc.)
También, con el in de
incrementar la piedad y la devoción, se exaltaban rasgos anatómicos tales como
heridas y laceraciones, sobre todo en las imágenes de la pasión de Cristo.
En cada iglesia debía haber,
al menos, un crucifijo, una imagen de la Virgen María y otra del santo patrón
al que se encomendaba la protección del pueblo o la ciudad.
Algunas de esas imágenes
requerían vestidos que se cambiaban de acuerdo al tiempo litúrgico, y trajes de
gala que lucían en los días de sus festividades. La finalidad de todas estas prácticas
era crear sentido de pertenencia respecto a la iglesia local y devoción hacia
el personaje sagrado de la imagen.
Pintura
Dentro de la didáctica
visual utilizada por la Iglesia para adoctrinar a los aborígenes, la pintura
tuvo especial importancia, ya que les permitió plasmar episodios completos de
la vida de Jesús y de los santos más populares.
Las pinturas de caballete
fueron utilizadas por los conquistadores como protección espiritual, y por los
misioneros, para presidir las ceremonias litúrgicas.
Para las obras destinadas a
las funciones litúrgicas, había teólogos que monitoreaban la correcta
representación pictórica de los dogmas, cuidando la simbología de los colores y
la ambientación de las escenas.
Los temas de las pinturas
versaron sobre escenas tenebrosas, como los martirios de los santos y la pasión
de Cristo, que se realzaban con claroscuros y exaltación de la anatomía para
inspirar sentimientos de arrepentimiento y conversión.
En un segundo período, la
tendencia fue hacia la piedad y la devoción, mediante rostros bellos y
bondadosos de la Virgen y los santos, escenas místicas y tiernas, visiones
celestiales y glorificaciones.
- EL ARTE COLONIAL (FUNCIÓN EVANGELIZADORA):
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